Reflexión de Íñigo Sáenz de Ugarte sobre el ataque al maratón de Boston, social, más que política. Los terroristas son idiotas, nosotros los convertimos en personas inteligentes.
«Los responsables de la ciudad de Boston aceptaron cerrar una ciudad de 600.000 habitantes (cuatro millones con su zona metropolitana) únicamente por la amenaza que presentaba un joven de 19 años. Si aceptamos la idea de que el mayor objetivo del terrorismo, con independencia de cómo lo definamos, es condicionar a la población para que renuncie a sus ideas y valores, en definitiva, a su forma de vida, y hacerles creer a los ciudadanos que todos son combatientes y por tanto objetivos legítimos, ese adolescente y su hermano consiguieron un éxito mayor que el obtenido por la organización terrorista más peligrosa.»