Jorge Martínez recibe un enlace con muchas fotos de una cascada por donde pasó años atrás, en Mostar, cuando estuvo en Los Balcanes.
«En los túneles de los Balcanes a los camiones les daba por pitar. Lo hacían de una forma atronadora y agresiva, recreándose en el escándalo y solo para divertirse. Ver venir a una mole destartalada envuelta en tanto ruido por un túnel angosto y sin capacidad de maniobra, como si fuera el camión de El diablo sobre ruedas, acojona. El susto nos lo terminaron de dar dos policías la mar de simpáticos que, apostados tras un recodo, dieron el alto asegurando que íbamos a más velocidad de la permitida. Dicharacheros, extendieron la mano mientras nos preguntaban por Messi y les pasábamos la mordida. Nos despedimos con fuertes abrazos y continuamos serpenteando entre montañas al ritmo de MIA, Beach Boys, Beirut, Manos de topo y mierda hipster, o indie o lo que sea eso, que ya me hago un lío, para llegar a una garita inhóspita, algo así como un peaje, donde el vigilante enloqueció de felicidad al ver nuestros pasaportes.»