Es curioso. La derecha postfranquista sigue utilizando las viejas tácticas inteligentes y efectivas. Es el juego del despiste y la desnaturalizac´n de las cosas; es el juego de la subvención también, la doma con dinero; ahora lo hacen con las manifestaciones del sábado: se alegran, ellos también las hubiesen hecho, son necesarias, ellos también están con la paz.
Rodrigo Fresán estuvo en la manifestación de Barcelona contra la guerra y elogia la iniciativa: “Aun así, toda manifestación está llena de matices atendibles. Las de Barcelona y Madrid tuvieron —como suele ocurrir en toda cuestión en la que participan más de dos seres humanos— imperfecciones indisimulables: la mutación partidista y opositora para una consigna que debería trascender la política belicosa de Aznar (rebautizado aquí por los humoristas como ‘el tercer eje’ o, simplemente, ‘el aserejé’); [...] y, por supuesto, el anónimo ciudadano con ganas de liderato aeróbico que te perfora el tímpano gritando ‘El que no salta es un fascista’ sin darse cuenta de que lo suyo es de lo más fascista que se puede llegar a ser.”
Marchando.