A mí me pasa esto que cuenta Alejandro Polanco Masa, y es mucho menos romántico de lo que parece. El beso eléctrico.
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¿Quién no ha sentido una descarga de vez en cuando al tocar ciertos materiales? A veces, se erizan los cabellos al utilizar un peine de plástico que se ha cargado eléctricamente al utilizarlo, o bien acercamos ese peine a un hilillo de agua que cae del grifo y vemos cómo su trayectoria cambia, como si el agua y el peine actuaran a modo de “imanes”. La electricidad salta desde un material aislante en el que se ha acumulado la carga estática hacia un material conductor.»