Ahora se llaman traders, antes eran brokers, y la diferencia es que ahora juegan a la bolsa desde casa, y sus decisiones a veces cambian destinos de familias y países enteros. Escribe Alfonso Torán: Trading: saltar al bando de los listos.
«Visualizamos ya el viejo estereotipo. Ese fulano apodado ‘pez gordo’ que se enriquece gracias al poder que le otorga su dinero, y que lo utiliza a su vez para generar más dinero y poder. Nos lo presentaron como un tipo insensible pegado a un teléfono móvil, un ambicioso sin vida personal, histérico vociferador sobre el parqué de la bolsa o en frías oficinas. Pero todo eso ha cambiado. Hoy la bolsa es un lugar de encuentro de jubilados y nostálgicos que pasean por los señoriales salones en los que un día se movían las acciones. Ahora ni siquiera los servidores informáticos están ubicados allí. El mercado se mueve, como es de esperar, desde un ordenador. Por ejemplo, el tuyo. En un par de minutos podrías ser un trader, sólo necesitas elegir bien a tu hombre en el mercado. “Es importante que el bróker ofrezca garantías y esté inscrito en la CNMV. Que sea transparente y sólido, y que la plataforma tenga calidad, sea estable y segura”, aconseja Daniel Pingarrón, de IG Markets. Hay más empresas, pero no todas son limpias. Las que mencionamos en este artículo sí que lo son: cumplen los requisitos básicos para saber que no estás ante un trilero, que los hay. Porque los anuncios de “alarga tu pene” tienen su equivalente en el mundo del trading. Su reclamo es “triplica tus ingresos” o “¡he ganado 4.000 euros en sólo 10 minutos!”. Escenarios posibles pero, como puedes imaginar, engañosos.»