Miguel Santa Olalla reflexiona desde un punto de vista filosófico sobre la validez de la teoría animalista. Igualdad entre especies y animalismo.
«Así están las cosas: incluso los más claros defensores de los derechos animales de una clase de bachillerato no tienen ningún tipo de reparo moral en comer una chuleta o un lomo de merluza. Quizás porque la causa animalista tiene un fallo en la base. Descansa sobre dos presupuestos esenciales: la igualdad de todo ser vivo. Matar a otro ser vivo sólo por pertenecer a otra especie es un comportamiento similar al nazismo, se nos dice. Y más aún: el ser humano tiene libertad, capacidad de elección sobre lo que come y no, y además es consciente de lo que hace. No se puede acusar a un tigre de comerse un conejo, pero si lo hace un ser humano, entonces la cosa cambia. La libertad nos sitúa en un contexto desde el que podemos renunciar a agredir a otras especies para sobrevivir.»