Los restos de un niño neandertal descubiertos en una cueva alemana que resultaron no ser tales. Manuel Asende nos cuenta que Una broma inspiró uno de los mayores fraudes de la historia de la ciencia
«Sin embargo, todas estas dudas desaparecieron de la vista cuando apareció en escena Hermann Klaatsch, de la Universidad de Breslavia. Era uno de los antropólogos más prestigiosos de Alemania. Había trabajado en Australia y en las cuevas de Francia preñadas de restos neandertales. Y se había tragado entera la broma del boticario. Tras ver las fotos del cráneo, Klaatsch escribió al director de las excavaciones asegurando que la criatura pertenecía “al grupo de los fósiles que conecta la raza de los neandertales con los simios actuales”. La eminencia incluso se lanzó a sugerir que fueran los restos de “un niño neandertal”.»