Todo nació como el típico reto dentro del vestuario: no afeitarse el bigote hasta perder el primer partido. Alfredo Relaño recuerda Aquel Racing de los bigotes
«Uno de sus escuderos, el lateral izquierdo Espíldora, formado en la cantera del Madrid, lucía un severo bigote. Eso dio a Maguregui la idea de imitarle, de dejárselo él mismo, y de lanzar una propuesta al resto: que todos se dejaran bigote y se comprometieran a no afeitarse mientras siguieran invictos. No todos aceptaron a la primera, pero poco a poco se fueron sumando hasta el último. El compromiso que se estableció fue: multa de 200 pesetas al primero que se afeitara antes de perder un partido. Chinchón, el bravo central onubense, se encontró con el problema de que no le salía, porque era de natural bastante imberbe, y para no dar el cante se lo pintaba con rotulador Terio Somontes, el popularísimo utilero del club»