Carmen Rigalt tiene buenas costumbres, por ejemplo bajar la voz de la tele cuando ve las noticias, porque “la verdad está a mitad de camino entre el telediario y la vida”. Y lo hace como medida de precaución a las muchas preguntas que se le vienen al pensamiento, sobre todo desde que sólo se habla de la Guerra a Irak, y así se evita situaciones incómodas, y la necesidad de encotrar las respuestas. ”¿Existe un ranking de tiranos? ¿Quién les adjudica las estrellas de la tiranía? ¿Tiene más estrellas Sadam o Kim Jong Il, Obiang o Mugabe, Castro o Gadafi? ¿En términos objetivos, cuál de ellos es más peligroso? Y ya puestos, ¿tiene más peligro un loco o un tonto?” porque como ella dice “de los tiranos nos libra la guerra, pero ¿quién nos libra de los tontos que apoyan la guerra? ¿Y de los listos que controlan el petróleo?”.
El excremento del Diablo.