C. Rancio observa con asombro la permanencia constante de Fernando Sánchez Dragó en nuestra vida mediática, aunque no sepamos si sigue vivo o no. Ligre y Dragó.
«Aparenta estar suficientemente vivo y saludable como para aparecer en una galería de espectros, engendrando niños o proporcionando cortes absurdos a los programas resumen de televisión, pero no tengo la seguridad de que Fernando Sánchez Dragó no esté muerto, aunque él no lo sepa. Toda presencia prolongada en la televisión (¿alguien recuerda un tiempo sin Dragó en la televisión?) acaba adquiriendo una cualidad fantasmagórica, parece perder verdadera sustancia. Y si a esto le añadimos ese amojamamiento de momia (guanche, no egipcia, él prefiere guanche seguro), la cosa no resulta tan clara. Pero lo que sí es cierto es que las ideas, si es que las hemos de llamar así, que profesa son conceptos zombi, que nacieron y vivieron hace mucho y que deberían estar enterradas hace una eternidad, pero que algún poder maligno ha devuelto a la vida y que circulan entre los hombres.»
2013-01-18 11:15
Este artículo tiene una doble lectura en la que el autor, en su ignorancia, no ha caído. Y es que el ligre puede o no hacer gracia, pero científicamente vaya que si cuela. Y entre engendros tan artificiales y delirantes como el ligre se cuenta la mula, por cierto.