Anaclet Pons recoge algunas opiniones de historiadores (incluido él mismo) sobre El Lincoln de Spielberg.
«No es ninguna sorpresa. El Lincoln de Spielberg es también el Lincoln de Doris Kearns Goodwin. Agobiante y obsesionado, con buen humor, heroico y humano, el presidente, interpretado brillantemente por Daniel Day-Lewis, me impresionó más que sorprenderme. Sigue siendo el Lincoln que liberó a los esclavos -en este caso, a través de su inflexible y recto compromiso en favor de la aprobación de la Decimotercera Enmienda, en lugar de la más convencionalmente enfatizada Proclamación de Emancipación. No hay esclavos que se liberen a sí mismos en esta película. El proceso es de arriba a abajo, y es la culminación de dos hombres: Lincoln, que llega al objetivo poco a poco, y Thaddeus Stevens, que nunca se desvió de la ruta. Lincoln finalmente compromete su integridad; Stevens su compromiso de “igualdad racial”. Vi la película en el noroeste de Washington, pero uno tiene que preguntarse si Spielberg se está dirigiendo a mis vecinos de Capitol Hill.»