John Tones habla de ese estado que viene después de la fiebre completista (de videojuegos o de lo que sea): el de el calor reconfortante de nuestros favoritos. Nos hacemos viejos.
«La cuestión es que Internet no se acabó. No cerró, no se desmoronó. No solo eso, sino que nos ha proporcionado el sistema para no tener que acumular como descerebrados, y disfrutar de todo lo que queramos (o casi) de formal legal (o casi). Me acordé ayer por la mañana, cuando desde su cuenta de Twitter, Albert Monteys daba los buenos días enlazando el magnífico videoclip de Hefner I Took Her Love for Granted. En Youtube, claro. Yo tardé meses en conseguir descargarlo en su día, en un archivo Real Audio de calidad infecta. Y lo atesoré, y debe seguir en un disco duro, porque quería ver ese videoclip todas las veces que quisiera cuando quisiera. Cosa que puedo hacer ahora, sin problemas, incluso desde mi móvil. En Youtube, claro. Y me acordé ayer de que ese montón de mierda acumulada que tenía por si se acababa el mundo en discos duros y, glups, montañas de verbatines, no tiene sentido desde que tenemos Spotify, sistema del que soy firme creyente y exégeta hasta un punto que roza incluso la violencia física. Y luego llegarán las películas. Y los juegos están a la vuelta de la esquina.»