Una fábula de Belén Gopequi sobre patriarcado y lengua: Un sí señor con las patas verdes
«Cuentan que un novelista llegó al poder y dijo: a partir de ahora la palabra novelista designará tanto a los novelistas como a los poetas. Los poetas se quejaron pero, como no estaban organizados, se generalizó la costumbre. Todo era en aras de la economía del lenguaje, decir novelistas y poetas todo el tiempo cansaba mucho. ¿Y decir a veces novelistas y a veces poetas? Eso era arbitrario, les decían.»