Una loa al cuento, frente a la novela, de Steven Millhauser, tan absurda y acertada como se quiera: La ambición del cuento.
«Por supuesto, hay virtudes asociadas con la pequeñez. Incluso la novela concederá eso. Las cosas grandes tienden a ser poco manejables, toscas, bastas; la pequeñez es el mundo de la gracia y la elegancia. Es también el ámbito de la perfección. La novela es exhaustiva por naturaleza; pero el mundo es inabarcable; por consiguiente la novela, esa luchadora faústica, nunca puede alcanzar sus deseos. El cuento, por otra parte, es inherentemente selectivo»