No me gustan nada los alardes y azañas que se cuentan alrededor de la droga; no me gusta la droga como un mito ni como una competición. Forma parte de la educación machista que recibimos y de la herencia que todavía sobrevive de los primeros que sucumbieron al boom de la droga en los sesenta. Sobrevive la herencia, porque ellos no. Juan Gelman escribe sobre la droga como motor de novelas; escribe sobre ese mito, porque desmiente que nadie haya escrito nada (valioso) bajo los efectos de las drogas:
De la ficción.