Diego Calleja hace una dura crítica a Windows 8, desde la perspectiva de un profundo conocedor del mundo linux, no porque funcione mal, sino por la absurda decisión de montar dos escritorios en él sin con escasísima integración.
«Usar un sistema operativo que está divorciado de este modo consigo mismo es bastante fustrante. Por una parte, se mantiene la compatibilidad con el universo tradicional Windows, pero complican deliberada e innecesariamente su uso habitual a quienes no están interesados en Metro. El escritorio por defecto es siempre el escritorio Metro, hay varias acciones que sacan al usuario forzosamente del escritorio tradicional cuando se encuentra en él, y se elimina el botón “start” y su menú. Estas decisiones son completamente “políticas”, no técnicas, y son el principal origen de quejas. La gente no entiende por qué no hay ninguna opción, o siquiera clave de registro, que permita establecer el escritorio tradicional como escritorio por defecto, y la recuperación del botón de inicio (hay que recurrir a aplicaciones de terceros). ¿Es que Windows ha sido invadido por desarrolladores como los de Gnome 3?»