Mónica G. Prieto cuenta cómo sobrevive una escuela improvisada en la ciudad siria de Alepo mientras el país se destruye a base de bombardeos. Educar bajo las bombas.
«Los pupitres donde se sientan Mohamed, Dania o Rima, como casi otro centenar de niños que los ocupan por turnos, han sido alquilados por Abdel Fader, que ha invertido en su propia escuela unas 100.000 libras sirias, el equivalente a unos 1200 euros. Durante varias semanas buscó en colegios privados, cerrados por la violencia, tanto pupitres como mapas, proyectores, pizarras e incluso temarios y libros escolares. Hoy, su casa es lo más parecido a una escuela de campaña, un improvisado centro lectivo que concede a los pequeños unas horas de normalidad en un entorno caótico.»