Un periódico imbécil deja escapar a Ramón Lobo. Una revista lista se apresura a hacerse con sus servicios como columnista. Esta es su primera columna. Ya no te miden por lo que vales sino por lo que cuestas.
«Lo llaman crisis de la industria periodística, culpan a Internet, a su gratuidad, al desplome publicitario, a los viejos de 50 años poco polivalentes. Nadie hace autocrítica. En la cúspide de los medios se instalaron los gerentes disfrazados. Se recorta en reporteros, viajes, información. Se afirma que las exclusivas están obsoletas por culpa de la Red. No hay paciencia ni dinero para proteger una historia, a un periodista que hace su trabajo, en lograr una primicia. El objetivo no son las noticias, jerarquizarlas, dar los contextos, la esencia del oficio; el objetivo es abaratar costes, recortar, recortar, recortar. Se recorta también en inteligencia ambiental.»