Fallecía hace unos días Agustín García Calvo, filólogo, filósofo y otras filias. De su ideario escrito recupero esta Ortografía
«[…]para el poder, para sus Estados y capitales, es de primera importancia procurar que se confunda la lengua con la escritura (y con la cultura en general), ya que la escritura (lo mismo la tradicional que sus versiones informáticas y digitales) es algo que se puede manejar desde arriba, por leyes y por escuelas, que se compra y se vende y vale dinero y promoción en la sociedad y el régimen, mientras que la lengua es la sola máquina que se le da a cualquiera gratuitamente, que no es de nadie y nadie puede mandar en ella, que tiene sus propias leyes, secretas, en las que autoridad ninguna puede intervenir (como puede en la escritura) y tampoco en los cambios que una lengua realice en sus leyes de vez en cuando, sin que nadie personalmente lo decida, sino una asamblea anónima que bulle ahí por debajo de las almas.»