Manuel Gil detecta y señala el problema gordo que empieza a ser el volumen de devoluciones de libros que están sufriendo las editoriales. Las devoluciones como síntoma de insostenibilidad.
«El tsunami de devoluciones que la edición está asumiendo desde hace un par de años ha llegado a alcanzar proporciones dantescas muchos meses. Contemplar los palets de devoluciones en los almacenes de los distribuidores es un espectáculo desalentador. Los libros van y vienen en una espiral absolutamente ineficiente. También es cierto que al haber cambiado el mecanismo de aprovisionamiento de numerosas librerías, que han pasado de la compra en firme al depósito duro, la cifra de devoluciones es previsible que acabe por estabilizarse. Hay que tener en cuenta que la devolución sólo contabiliza cuando proviene de mercancía servida en firme. Esto esta conllevando una gran merma de los catálogos de fondo de los editores en los puntos de venta, lo que exige a las fuerzas comerciales un serio esfuerzo a la hora de restituir ciertos fondos editoriales a partir de depósitos. Son numerosos los editores a los que se escucha decir: ¿pero todavía quedan libros míos en las librerías? »