El mítico Anfield Road, casa del Liverpool, era otro estadio histórico condenado a muerte. Pero Borja Barba nos cuenta cómo ha conseguido una nueva oportunidad. Los templos son eternos.
«Anfield vio la luz un lejano 28 de septiembre de 1884. Casi 130 años de vida son más que suficientes para haberse ganado el estatus de templo, en su unión indisoluble con el Liverpool FC. Sin embargo, pocos saben que el primer partido que se disputó en la historia del mítico estadio no lo jugó el Liverpool, su eterno ocupante. El primer balón que rodó sobre el césped se lo disputaron el Earlestown y, sí, el Everton, quien se había visto obligado a abandonar los terrenos sobre los que llevaba celebrando sus partidos desde el año de su fundación, en 1878. Cuando el club toffee vio construido Goodison Park, justo en la otra orilla del río Mersey, Anfield se quedó vacío, sin huésped. Y un estadio de fútbol sin utilidad no tenía viabilidad. Fue entonces cuando, para dar sentido a la existencia del estadio, el empresario John Houlding, antiguo dirigente evertonian, tomó una decisión que cambiaría para siempre la historia del fútbol. Decidió crear un nuevo club, el Liverpool Football Club, para dar sentido a la existencia del estadio del sur de Stanley Park. El nacimiento del Liverpool supuso la salvación de un Anfield que parecía condenado a morir sin un equipo al que dar permanente cobijo.»