Extenso reportaje de la visita de Antonio Aguilar al pueblo dogón, en el centro de Malí: Días dogones. [Ref.: @Milhaud]
«Hasta tres pueblos visité con mi nuevo amigo, siendo invitado en uno de ellos a comer uno de los platos locales: una masa de mijo que se mojaba en una salsa a base de hojas de baobab. En otro poblado conocí al herrero. Este oficio es clave, pues él se encarga de arreglar las herramientas del arado, que sustentan no sólo la alimentación sino la economía regional. En Mopti había comprado una bolsa llena de enormes nueces de cola, cuya cafeína es apreciada por los agricultores ya que les mantiene más despiertos, y al pasar entre los campos repartía algunas a quienes me parecían más cansados. Dejé a mi acompañante en el mercado de uno de los poblados, donde los habitantes de todos los aledaños venían a vender, comprar o intercambiar bienes. Empezaba a atardecer y me había propuesto llegar a Benigmato. Maldije mi idea tan pronto supe que no había camino marcado, empezó a oscurecer y me encontré de repente perdido. »