Se queja Miguel Santa Olalla Tovar de que los cuentos y los mitos han desaparecido del horizonte de intereses de la muchachada, convencida de que lo útil y lo práctico es lo único que merece ser conocido. Cuéntame un cuento.
«En lo que va de curso ya ha habido un par de ideas chocantes que han sido discutidas en clase. Tanto en primero como en segundo de bachillerato. Quizás ambas sean la misma idea, pero estoy seguro de que no son ideas propias, gestadas en la mente de los que las defienden. Se trata más bien de constantes culturales, síntomas de una forma de pensamiento dominante que se va imponiendo de una forma incuestionable. No tiene sentido escandalizarse por lo que dicen o piensan los alumnos, cuando en realidad su visión del mundo se ha construido, como no puede ser de otra manera, en diálogo con la nuestra, y un diálogo bien particular puesto que se da en condiciones un tanto asimétricas. Durante buena parte de su vida, lo que les hemos contado ha sido para ellos una verdad firme, segura, que normalmente no hay que cuestionar. En otras palabras: los niños que han sido hasta hace bien poco no van a pensar que sus padres o sus profesores les engañan, que les mienten para que vivan en el error. Nadie les va a vender la moto ni les van a contar historietas.»