El artículo de Randall Stross no es para nada exaustivo, pero apunta un tema muy interesante: ¿Vuelve el cine a ser una experiencia solitaria?
«Cuando arribó la proyección, las imágenes de película pudieron hacerse más grandes que en la vida real, en una pantalla grande acompañada de un gran sonido. Ver una película se convirtió no sólo en una experiencia de inmersión, sino también una experiencia social, con los miembros del público sentados juntos en la oscuridad, riendo y llorando.
Hoy, ver una película es, nuevamente, una actividad solitaria, que involucra pequeñas imágenes en una laptop, una tableta y, aún más minúsculo, un teléfono celular. La conveniencia tiene un precio: la experiencia de inmersión cinematográfica se ha perdido.»