El frío. Una explanada blanca, inmensa, pero con los horizontes desleídos por la niebla. El miedo. A mí el hielo, la nieve ártica, me dan miedo; pero me atraen irremisiblemente. ¿Por qué? A eso trata de responder
Marc Soler con unos cuantos ejemplos de acercamiento artístico a la claridad helada de los polos: “En el bellísimo relato de sus experiencias y reflexiones en el Ártico, Barry López cuenta que el concepto, la idea misma de ‘día’ [...], son convenciones de la literatura y el arte que no se ajustan a las necesidades de una vida en los polos. Incluso la alternancia de día y noche, de claridad y oscuridad, es percibida de forma radicalmente distinta de la nuestra. Cabe preguntar entonces si existe algún nexo de unión entre la literatura de ficción y los relatos de viajes y exploraciones polares.”
La llamada del hielo.