Deliciosos (sobre todo el primero, qué maravilla de lenguaje) los testimonios que recoge (recogió, en 1968) Hernán Hoyos sobre la vida íntima y sus opiniones sobre el sexo de caleños de distinta procedencia social: Crónicas de la vida sexual en Cali.
«Bueno, ah, le contaré que un cacorro enamorado es un peligro en la cárcel. Me tocó ver el caso de un cacorro, inclusive inválido, andaba en muletas, no porque le faltaran las piernas sino porque las tenía secas. En ese tiempo que sucedió esto no tenían los maricas sección aparte como hoy en día, sino que los maricas estaban en el mismo patio que los otros y por eso se sucedían tantas cosas. Resulta que este de las muletas era cacorro pero mejor dicho en la extensión de la palabra, aferrao a su cosa. Como esos maricas siempre los llevan es por la recogida (redada), pero no tanto por robos, aunque claro, ellos también roban, entonces el inspector según las veces que los hayan llevao les pone una sanción de sesenta días, claro que ellos a veces se encausan, matan a otro por un marido.»