La promoción de la lectura tiene sus predicadores, pero mejor son los milagros y epifanías nos advierte el escritor argentino Ricardo Mariño. Para tenerlo presente.
«Pensándolo mejor, es la predicación lo que no me cierra, la lata de vendedor, lo publicitario, la carga de moralismo que hay en las bajadas de línea que piden más y más lectura. Si no me va la predicación, en cambio no tengo más que buenas expectativas hacia los milagros. Produzcan un milagro delante de mi casa y tendrán en mí un creyente. Hagan que la lágrima resbale por la cara del santo el día que yo visite la iglesia, y me tendrán con ustedes. Separen las aguas para que yo pase, y contarán con mi fidelidad. Milagros, epifanías, apariciones, sí, predicación no.»