Todavía no somos conscientes de qué tenemos entre manos. Somos como el adolescente que recién se ha sacado el carnet de conducir y maneja el coche creyéndose que tiene todo dominado… y unos años después se da cuenta de cuántas locuras hacía al volante y de qué suerte tuvo. O no. Me refiero a la internet, así en general. Usamos los foros y los grupos de noticias como si allí nos estuviesen leyendo cuatro colegas porque vivimos en la era del teléfono donde, se supone, nadie nos escucha más que el destinatario. J. J. Merelo nos advierte de que la Usenet guarda los 700 millones de mensajes que todos hemos mandado y que cualquiera puede acceder a ellos: “Todo esto no hace más que confirmar que uno está bastante desnudo en Internet. Y si no desnudo, en tanga de leopardo: todo lo que se hace se queda almacenado en algún sitio”. Usenet: mirándonos el ombligo.