RinzeWind piensa lo que muchos: que preferimos la versión sin 3D. Así que esperemos que esta avalancha de televisores 3D sea una moda pasajera. 3D no, gracias.
«Y sí, estuvo bien. Esos minutos de metraje completamente indistinguibles de la introducción de un puñado de videojuegos, volando entre cañones y lanzando al espectador espectaculares batallas que se salían por los bordes de la pantalla… pues sí, se disfrutaban. De manera sutil, eso sí: supongo que debido al afán de no excederse con los artificios muchos efectos pasaban desaspercibidos; uno se olvidaba en ocasiones de los dos pavos y medio extra –precio de hoy, en aquel momento podía ser otro– que costaba la versión tridimensional.»