Góngora frente a Velázquez, artículo de Carlos García Santa Cecilia sobre el retrato que del poeta hizo Velázquez y que ha cruzado el Atlántico para exponerse en la Biblioteca Nacional española.
«Es una conjunción de astros singular. Tras la muerte de Felipe III y ante las perspectivas que abría en la nueva Corte el auge del conde-duque de Olivares, también sevillano, Francisco Pacheco, que se manejaba bien en los ambientes palaciegos, envió a Madrid a su yerno, Diego Velázquez. Con poco más de veintidós años, el joven artista viajó solo desde su Sevilla natal en el mes de abril de 1622 y regresó antes del verano, por lo que en algún momento de la primavera tuvo lugar el encuentro. El pintor siguió las reglas de su maestro y suegro y concibió un retrato descarnado y rotundo. Sobre un fondo oscuro y neutro, disecciona en planos casi autónomos el prominente cráneo, hace sentir la presencia del hueso bajo la piel, quiebra los planos del rostro, perfila las cejas con un toque amplio de pincel.»