Un perfil de Goering y su empeño en construirse una inmensa fortuna personal a costa del robo de obras de arte de los países derrotados: Goering, el saqueador de lo bello, por Daniel Muchnik.
«De inmediato Goering evidenció una ansiedad devoradora, febril y enfermiza por quedarse con todo lo que encontrara a su paso. Apeló a todos los resortes del poder para quedarse, por ejemplo, con la pintura Diana cazando ciervos, de Rubens, con obras de Pieter Brueghel el joven, y con esculturas en madera medievales. Rechazó, aunque superficialmente, las obras catalogadas por el nazismo como “arte degenerado”. Porque se quedó con trabajos de Van Gogh y de la mayoría de los impresionistas franceses, y también de los expresionistas alemanes.»