Creo que estos pensamientos de Sergio L. Palacios nos han asaltado alguna vez a todos: hay tantas cosas “no obligatorias” que se hacen en la Universidad que al menos tiene sentido plantearse prescindir de las que encima son ingratas. El triunfo de la desmotivación sobre un vago funcionario.
«Pues no, no y otra vez no. Mis alumnos titulados superiores protestaban cuando les encargaba cualquier mínima tarea, aduciendo razones de todo tipo y condición: que si soy informático y nunca voy a dar clase de física, que no tengo tiempo porque otras asignaturas son más importantes y obligatorias y me piden que trabaje también para ellas, que no tengo por qué utilizar el cine para explicar mi materia porque no me gusta el cine y lo que haces tú es muy friki. Sí, amigos, estas frases fueron de las más suaves que tuve ocasión de escuchar. En otras ocasiones, me dijeron que ellos ya pagaban mucho dinero por matricularse en el máster y que tenían que aprobar mi asignatura solamente por el simple hecho de haber pagado. Otras lindezas me las callaré, pues alguno de ellos podría leerme y sentirse avergonzado…»