Rafael Marín se nos pone melancólico con el final del curso. Y es que los finales de curso tienen algo de pérdida, de tempus fugit, de todo aquello que se va para no volver. O volver diferente. Melancolías
«Los finales de curso tienen un algo de melancolía, o será que los profesores repetimos curso siempre. Y por eso, a las promociones que se marchan y a las que uno volverá a ver de tarde en tarde, disimulando convenientemente que ya no recuerdas sus nombres, se suma a veces la sensación de soledad y de tristeza cuando algún compañero no renueva, o se marcha a otro destino, o cae enfermo y no sabes cuándo podrá volver a incorporarse.»