En este país no se puede dialogar; ni siquiera discutir. El problema, creo yo, no es que se cuestione la actual situación de las autonomías y su historia más o menos singular, sino que sea el cuestionador el presidente del órgano que se encarga de hacer que esa situación se cumpla. Ahora, claro, manos a la cabeza, gritos, y todos a ver qué tajada pueden sacar de todo esto: “Aquí sí que sería interesante una acción concertada de todas las fuerzas políticas catalanas, las vascas, las gallegas y todas las democráticas del resto de España -
o sea, con la excepción del PP- para decirle a José María Aznar y a sus colegas que una sociedad avanzada como la nuestra no está para tonterías como las de los guetos , que precisamente por ello desea trabajar y avanzar y que no aguanta a un presidente y unos ministros que todavía no se han enterado de dónde están Galicia y el chapapote.”
Exabruptos a cuenta de la constitución, de
Jordi Solé Tura.