Jose Luis García Martín se atreve nada menos que con la pregunta:
¿Para qué sirve la poesía? Y su respuesta viene de la mano de un hombre encarcelado que encontró en la lectura y escritura poética la tranquilidad y el contacto con la libertad: “La poesía le salvó de la locura y fue su medio de vida en el infierno: &raquuo;La mayoría de los poemas habían surgido de mis necesidades de intendencia: cigarrillos, café, papel y lápices. O sea, que los había escrito para los internos a cambio de cosas que necesitaba».”