Segundo texto de la serie abierta por Supermon en el blog Halón Disparado sobre los despropósitos llevados a cabo por las cajas de ahorros que han desembocado en la crisis actual y su práctica desaparición, no sin consecuencias: Ay, quién maneja mi caja. (Aquí la primera parte).
«En muchos casos, desde el punto de vista de la dirección interna de las entidades, el consejo sólo era un órgano con el que había que saber lidiar y al que había que saber sobornar compensar para seguir funcionando. Una especie de impuesto revolucionario, que incluía a los amiguetes de turno. El caso de la leonesa Caja España, que antes de ser fusionada tenía como presidente a un importante constructor local entrampado hasta las cejas con la propia entidad (la zorra cuidando de las gallinas) es sólo un ejemplo extremo de legalidad contra natura.»