El artículo de Michael Marder, Contra Linneo analiza el cambio de paradigma que supone abandonar el latín para clasificar las especies botánicas.
«En cualquier otro campo académico, un cambio semejante en metodologías con siglos de antigüedad –en este caso se remontan al menos hasta Carlos Linneo y son rastreables hasta el naturalista romano Plinio el Viejo– habría causado gran controversia y habría sido sometido al escrutinio público. Sin embargo, cuando se habla de botánica las cosas son distintas. Aparte de unos pocos entusiastas, el público sigue siendo bastante indiferente frente a las plantas, que si bien estimulan la imaginación poética y artística no estimulan nuestro intelecto, y mucho menos producen respuestas morales como la indignación que suscita el sufrimiento animal. Quienes desprecian el trabajo vanguardista de neurobotánicos y científicos relacionado con “estudios sobre la inteligencia de las plantas” continúan atribuyéndoles el tipo de inmovilidad e insensibilidad que convierte a la vegetación en un material perfectamente silencioso y apto para el estudio y la manipulación científicos. Y los sistemas de clasificación facilitan precisamente esta relación dominante con las plantas.»