Reflexiona —de un modo un poco barroco— Germán Jaramillo Duque sobre la profesión de gestor cultural, ahora que aparecen muchos por muchos sitios. Gestión Cultural es más que un nombre.
«El término gestión, en función de cultura, aparece para darle una identidad empresarial y comercial a la actividad cultural, y su vestido teórico, suntuoso, además de voluminoso, porque se parece a esos trajes que se usaban cuando la gente creía que cubriendo el cuerpo su ocultaban a la imaginación las mal llamadas vergüenzas, y se evitaba la dispersión de los malos olores, tiene como objetivo ocultar los cambios que se están haciendo para modificar la razón de ser de la cultura, como la disminución de su responsabilidad con el desarrollo social, y es por esto que, quien se dedica de lleno a ejercer la gestión cultural se ve obligado a aceptar, de una vez por todas, que se halla frente a un negocio, y que en los negocios en indispensable evitar el contagio de ideas solidarias y olvidarse de compromisos sociales, para hacerlos rentables.»