Medio siglo ha hecho el buenazo de Spider-man, y yo, como Rafa Marín, también empecé a leer cómics con el hombre araña, en mi caso en los mercadillos que ponían a pie de playa. Spider-man cumple cincuenta años.
«Mi primer tebeo de Spiderman debió ser (tiro de memoria y sin comprobar) el número 14. O sea (no hace falta que tire de memoria en esto), el número donde se marchaba el dibujante malo y llegaba el dibujante bueno. Un número donde se incluía (luego sabríamos que eran tres comic-books en vez de dos) el momento en que El Duendecillo Verde desenmascaraba a Peter Parker y se lo llevaba volando a su guarida. De pronto, porque como buen supervillano Norman Osborn no podía dejar de soltar una perorata donde explicaba no su plan maestro, sino la historia de todos los encuentros anteriores entre los dos personajes (ventajas de tener un guionista inteligente a bordo), gracias a aquel tebeo pude comprender rápidamente de qué iban las historias de Spiderman. »