Luis Alfonso Gámez asistió a un espectáculo en directo de videncia, 80 eurazos que le costó. Y total, para pasar un mal rato. Un incrédulo en el espectáculo de Anne Germain.
«Anne Germain sube al escenario. Derrocha cercanía. Asegura que ella es, para los espíritus, “como un teléfono y que, al igual que ocurre con los teléfonos, a veces hay algún cable cruzado”. Explica que, en ocasiones, pueden registrarse interferencias desde el Más Allá y hacer que ella transmita como procedente de un espíritu un mensaje que, en realidad, es mezcla de lo que dicen varios. Pide a los presentes paciencia, que no lleguemos a conclusiones precipitadas, que abramos nuestros corazones a más de un espíritu “porque, en muchas ocasiones, una presencia se acerca con otra”.
“Si conecto con vosotros y no entendéis el mensaje, no digáis que no inmediatamente. Dadme tiempo para conectar con la persona. Tengo que ir haciendo preguntas. ¿De acuerdo?”. Sigue diciendo que puede recibir un mensaje para una persona que contenga, a su vez, otro para otra. Explica que, a veces, puede imitar en sus movimientos a los muertos “hasta cierto punto”. Y añade que, si cualquiera cree que el mensaje que escucha es para él, se considere destinatario del mismo porque recuerda puede estar recibiendo mensajes de más de un espíritu, aunque ella los presente como de uno solo. El discurso garantiza que Anne Germain nunca falla.»