El artículo que anoto creo haberlo visto ya antes de la era digital como texto chistoso y que busca la carcajada; sin embargo, más allá de eso, es un perfecto ejemplo de dos cosas: de potencia de uso y maleabilidad del lenguaje castellano y de la importancia que se le da a los genitales masculinos en nuestros sociedad, capaces, en su acepción “cojones”, de constituír esa única palabra, un campo léxico en toda regla:
Riqueza del lenguaje castellano.