Silencio, se ama: “yo vivo suspendida en ese segundo de silencio que media entre la última nota de la vida y el reconocimiento del público”, dice la protagonista del relato de
Ana Rosa Gómez del Moral. “La vida es un concierto. Su música sólo dura el tiempo que tardan las notas en expirar en el aire. Cuando termina el concierto, único e irrepetible, los instrumentos vuelven a sus sarcófagos, de donde sólo volverán a salir para interpretar una nueva música, tal vez la misma, pero nunca igual”.