«Mi mierda es democrática y va libremente al desagüe»; ese es el nivel de decepción de Joselu con nuestras democracias. La mierda sigue siendo democrática.
«Ahora la democracia es un sistema totalitario, inmune, cerrado para sus representantes. Los votamos nosotros. De vez en cuando necesitan nuestros votos y entonces hacen piruetas y acrobacias ridículas para convencernos de que pintamos algo. Breve ilusión. Porque el ciudadano común es innecesario una vez ha votado. No todos son iguales. No vale lo mismo un ciudadano de Ávila que un ciudadano de Barcelona, no vale lo mismo el poder de un director del Banco de Santander que el de una fregona que limpia casas sin seguridad social. Es una ficción igualar su influencia y su capacidad de decisión.»