Escribe Manuel Vilas sobre la largura de los títulos de las novelas: Los títulos infinitos.
«En las mesas de novedades de cualquier librería pueden leerse títulos larguísimos de novelas. Parece como si los autores y editores pensaran que la amplitud del título va a alargar la vida comercial del libro, títulos como tentáculos que se agarran a la mesa de novedades resistiéndose a ser devueltos a los distribuidores o ser confinados en las estanterías alfabéticas. Confieso que no me disgusta el celebérrimo título de Stieg Larsson, “Los hombres que no amaban a las mujeres”; es un buen título, porque lo normal es que los hombres amen a las mujeres; no amar a las mujeres es un misterio; si quieres resolver el misterio, lee la novela.»