Vicente Verdú se inquieta por la progresiva sustitución de la memoria real por la memoria de la cámara fotográfica, una memoria turística. La foto que todo lo ve.
«¿Se resiente con ello la verdad? Crece la verdad del turista frente a la verdad de la presencia real. Y crece anualmente en la multiplicación de sujetos turísticos que llegan ya a casi los 1.000 millones al año y no han dejado, sino circunstancialmente, de crecer. Su número pesa ya como un importante factor en el cambio de la visión de las cosas como, caseramente, los vídeos y las fotos afectan a la memoria convirtiendo el recuerdo cada vez menos en un objeto de la memoria y más como una posesión del artefacto. Una traslación que afecta tanto como Google y sus semejantes, sea a través de la Wikipedia o no, a la capacidad y el esfuerzo mental de la retención. La pequeña cámara y el móvil, el almacén gráfico del ordenador personal, componen ya la personalidad de un individuo paralelo que va tomando de nuestras vidas sus porciones y haciéndose cargo, más o menos, de su peso y de su acción.»