Ah, la felicidad, o los “momentos felices” como dicen los adolescentes descreídos. Ahora la felicidad es materia de marketing y de intercambio comercial, y hasta de congresos ridículos. Lo cuenta Joana Bonet. La chispa de la vida.

«La felicidad carece de género; la cortejamos por igual hombres y mujeres sin buscarla de frente sino de forma oblicua, conscientes de que hay que empezar por liberarse de los prejuicios además de tener inquietudes en lugar de pensamientos parásitos. En nuestra sociedad inmadura y estólida, las alarmas no protegen ni del autoengaño ni de esa insatisfacción que invalida cualquier logro porque siempre se ambiciona más: sólo hay una coma del éxito al fracaso, del amor al desamor, del éxtasis al vacío. A lo largo de la historia, la felicidad se ha definido por la capacidad en alcanzar metas, sentir bienestar intelectual y físico o disfrutar del reconocimiento y los afectos. Pero hoy variadas investigaciones aseguran que el hecho de aferrarse a su vapor aún produce más frustración.»