Miqui Otero se hace un repaso por los nuevos “cineastas de guerrilla”, gente que saca adelante largometrajes en España con realmente pocos recursos económicos. Monedero, cámara, acción.
«Sobrevolada por el tono superheroico pero costumbrista y lírico, Diamond Flash, relato-puzzle sobre el miedo, la angustia y el juego de poleas de intereses a raíz del secuestro de una niña, se ha convertido en un obejeto a perseguir en los estrenos que programa Vermut. Por su aquilatado guión, pero también por las brillantes actuaciones de un reparto reclutado con pruebas hechas por internet tras rastrear listas de asociaciones de actores. La película de Vermut marca un precedente más en el territorio del cine de bajo presupuesto, pero, ¿hacia dónde llevará esta tendencia? “No lo sé aún, pero creo que la falta de una estrategia es lo que hace posible que existan películas así, nacidas más desde el corazón que desde la razón”, apunta el director, “No quiero demonizar la figura del inversor ni la del productor porque creo que son completamente necesarias, pero para un proyecto de estas características lo mejor es trabajar con la mayor libertad. Con más dinero habría salido de otro modo, pero no sabría decirte si mejor o peor. Si hubiésemos contado con más medios a nivel técnico, hubiésemos necesitado más dinero, más dinero significa más inversores, más inversores significan más opiniones”.»