El sueño —pesadilla— de Roger Colom es una buena alegoría de lo que sucede en España: La condena.
«Soñé que había sido condenado a muerte… en España. Según el sueño, el gobierno español había aprobado una ley que condenaba a muerte a todo asesino, real o ficticio. A mí me habían encontrado haciendo el papel de un homicida en el teatro. Hace muchísimos años que no soy actor.
Me levantaba temprano. Estábamos en un hotel que era parte de una estación de trenes muy grande. Digo “estábamos” y es que en el sueño todavía estaba casado con Carmen. Me levantaba temprano, salía de la habitación sin hacer ruido y me dirigía al punto de encuentro donde los condenados debíamos entregarnos a la justicia.»