Black Mirror, serie británica de corte futurista de tres capítulos, merece ser vista. ** hace un análisis bastante acertado, aunque poco entusiasta: Black Mirror, el fin de la intimidad.
«más bien se trata de tres TV-movies, independientes entre sí, que plantean sendos universos de ciencia-ficción plausible como metáforas de nuestra sociedad globalizada y de los efectos de la esclavitud tecnológica que nos gobierna. Los hipotéticos escenarios de organización y relación social que plantean se ofrecen como epítomes hiperbolizados de la sociedad del espectáculo imaginada por Guy Debord, especialmente los dos primeros episodios —The National Anthem (Otto Bathurst) y Fifteen Million Merits (Euros Lyn)—, al tiempo que conectan con los relatos de premonición y anticipación tecnológica propios de Philip K. Dick, Arthur Clarke o Anthony Burguess.»