Mariano Sigman elabora una oda al ajedrez y sus propiedas como ejercicio mental: Un gimnasio para la mente.
«Con esto, el ajedrez es de hecho un nicho óptimo para desmitificar una dicotomía en boga: ¿Deliberación o corazonada? ¿Razón o instinto? Sucede que razón e instinto se oponen menos de lo que suponemos. El gran maestro considera sólo unas pocas jugadas. Esta poda no es por lo general racional, ni deliberada, ni consciente. Sucede en el subterráneo de la mente, en el plano de la intuición. Luego de este filtro, consideradas sólo aquellas pocas jugadas que al maestro “le caen bien”, el cálculo explícito, racional, casi aritmético, consciente y deliberado de variantes, se vuelve posible.»